En un blog anterior comentaba que no simpatizo mucho con las certificaciones para coaches y entrenadores de gurús en una temática por muy buenas que sean (que lo son). Y es porque (yo creo, en mi cabeza, es lo que pienso, como yo lo veo) la mayoría cuando termina su certificación son como profesionales fabricados en cadena.
Se suelen llamar expertos en el tema pero solo se limitan a repetir lo aprendido y muchos no aplican para sí mismos lo que han aprendido.
¡Y pienso! ¿En qué lugar se quedó la creatividad y eso de predicar que el sistema educativo tradicional nos educa para ser copias? Es como decir que estoy emprendiendo porque odio tener jefes pero me quiero convertir en uno.
En esto del emprendimiento cada vez estoy analizando más todas las incoherencias que muchos decimos y hacemos (yo la primera) por no entender bien lo que estamos aprendiendo y haciendo. Es lo más normal y por eso te estoy contando esto.
Todos pasamos por el principio de algo, todos hemos sido y somos novatos en algo, pero tenemos que hacernos conscientes de que cuando trabajamos como formadores, coaches, mentores, consultores o entrenadores es una vida la que está en nuestras manos, una vida con unos sueños, con unos proyectos, un cuerpo que siente, una mente que piensa y que modela lo que decimos, hacemos y aconsejamos hacer.
Yo tengo mucho cuidado con este tema.
Dedicarse a ayudar a otras personas no va de decir ¡Qué bonita se ve esa profesión, me la compro y me la llevo puesta! No, no es un jersey, ni una blusa, ni un pantalón de la Boutique del barrio.
A esta profesión de acompañar a personas hay que ponerle mucha conciencia, responsabilidad, sentido común, profesionalidad, amor y vocación.
No sé si este mail, te remueve, de qué manera te remueve, si te ayuda en algo o simplemente estés pensando ¿A esta mujer le pasa algo?
En cualquier caso, lo que quiero es que sientas algo.
Te voy a confesar una cosa…
Hace unos meses me invitaron a participar como formadora en una incubadora de negocios. Y quien diseñó la publicación del post de la formación le puso: Lys Rosario, Consultora de Negocios. ¡Y esto me hizo tanto ruido!
No me gusta llamarme Consultora de Negocios o venderme como una cuando he tenido meses en los que mi negocio no ha cubierto mi recibo de autónomos. Yo quiero ser lo más coherente que pueda y lo más sincera que pueda ser conmigo misma; la profesionalidad empieza ahí.
Muchas de mis clientas me han dicho que yo las he ayudado en temas de su emprendimiento y su negocio con los materiales teóricos y prácticos de La Consultoría mucho más que cualquier experto que está avanzado en esto de los negocios y el emprendimiento.
Por muy buena que yo sea como formadora de habilidades para los negocios (que lo soy) y esté capacitada para ser consultora de negocios (que también estoy capacitada) no me siento coherente presentándome como Consultora de negocios. Y esto no va del síndrome del impostor, sino de valorar la confianza que los clientes que quieren acompañamiento depositan en mí.
En fin, te voy dar dos consejo que no me has pedido con respecto a esto.
Consejo 1. No te permitas convertirte en una profesional o experta en cadena. Y si te has certificado o te atrae formarte en una certificación de un gurú reconocido en un tema, ten siempre en cuenta:
a) Qué vas a hacer con ese conocimiento para comunicarlo desde tu esencia y tus experiencias (generar conocimiento extra).
b) A la hora de trabajar con tu cliente prepárate todo lo que puedas para darle la solución que se merece.
Consejo 2. Como consumidora o consumidor de servicios de formación, coaching, mentoring o acompañamiento de lo que sea, es importante que valores con quién vas a trabajar y en cuál profesional vas a invertir tu dinero, tus sueños, tus proyectos.
Cada día comparto un aprendizaje como este en mi newsletter.
